7 Claves para saber si una persona tiene un Trastorno de Ansiedad
Todos hemos escuchado a alguien decir que “tiene ansiedad”, pero ¿qué diferencia a alguien con un Trastorno de Ansiedad de alguien que está nervioso?
Y, ¿cómo puedo identificar si tengo realmente un Trastorno de Ansiedad?
En primer lugar vamos a hablar de qué es un Trastorno de Ansiedad, centrándonos en el más común de todos ellos: el Trastorno de Ansiedad Generalizada.
Antes de empezar…¿cuándo se convierte estar nervioso en un Trastorno de Ansiedad?
A lo largo de toda nuestra vida, tanto de pequeños como cuando somos adultos, vamos a pasar por momentos en los que estemos nerviosos por distintos motivos y serán experiencias completamente normales.
Los dos factores principales que los que trabajamos en salud mental consideramos para determinar si existe un Trastorno de Ansiedad son el grado de afectación al día a día de la persona y la duración.
Por tanto, comenzaremos a pensar en un trastorno de ansiedad si este afecta a la persona durante mucho tiempo, al menos durante algunos meses. Y, por otra parte, si el paciente o las personas de su entorno notan que le afecta significativamente en su vida cotidiana.
A esto habrá que sumarle la presencia de algunos síntomas de los que vamos a hablar a continuación:
¿Cuáles son los 7 síntomas más frecuentes en un Trastorno de Ansiedad?
- La preocupación excesiva
Sin duda este es el problema más común en las personas que tienen ansiedad.
Una visión angustiosa sobre lo que pueda ocurrir en el futuro y un constante estado de preocupación por asuntos familiares, laborales o económicos.
Los temas que pueden generar preocupación suelen ser múltiples, a cada paciente que vemos le preocupan temas diferentes de los que le preocupan a otro.
Por ejemplo, llegar a tiempo a una reunión, la posibilidad de no estar haciendo bien el trabajo, las tareas de sus hijos, la enfermedad que le han detectado a un amigo, problemas físicos o de relaciones que pueden haber aparecido justamente como consecuencia de la ansiedad…y la lista normalmente se hace bastante larga.
En nuestra experiencia, lo que vemos es que a la persona le cuesta controlar este estado de preocupación e incertidumbre constante, lo que acaba produciendo un enorme malestar y retroalimentando el estado de ansiedad.
- Problemas para dormir
Estos problemas pueden ir desde una dificultad para dormirse o el despertarse sobresaltado a mitad de la noche, teniendo un sueño interrumpido. Además, lo habitual es que la persona sienta que no ha dormido bien y que pasará todo el día cansada.
En consulta comprobamos que este es uno de los principales motivos que lleva a buscar tratamiento. No dormir correctamente afecta mucho en el día a día.
- Fatigabilidad fácil
Muy relacionado con el anterior, es la sensación de estar todo el día cansado y que cualquier actividad, por pequeña que sea, le resulta agotadora.
El propio estado de tensión constante hace que la persona acabe exhausta al final del día, pues el estado de ansiedad va drenando su energía.
- Tensión muscular y otros síntomas somáticos
Muchos de nuestros pacientes con ansiedad presentan esta problemática,
la tensión muscular suele presentarse en el cuello o la espalda, llegando a causar contracturas debidas a la constante tensión en que se encuentra la persona.
Además de la tensión muscular suele aparecer inquietud motora (por ejemplo, moviendo la pierna sin parar), dolores o incluso entumecimientos en músculos.
Otros síntomas físicos frecuentes son manos frías, boca seca, nauseas, diarrea o quejas para tragar con la sensación de “tener algo en la garganta”.
Es frecuente también que tengan una respuesta de sobresalto exagerada, alarmándose en exceso sin un motivo real.
Para abordar este conjunto de síntomas en particulpar, en ocasiones es recomendable aplicar unas técnicas específicas para ello.
- Dificultad para concentrarse
Esta dificultad se muestra en el trabajo o al realizar una actividad que demanda nuestra concentración como la lectura.
Unido a esto, también aparece la dificultad para mantener la mente en blanco.
El problema es que normalmente habrá pensamientos sobre preocupaciones que se viven de forma angustiante y que se retroalimentan unas a otras, dificultando mantener la atención.
- Irritabilidad
Este tipo de reacciones acaban afectando especialmente a las relaciones más cercanas de la persona, lo cual no sólo puede llegar a dañarlas sino que se convierte en otro motivo de conflicto para la persona.
Es el propio estado de ansiedad y tensión constantes lo que hacen que la persona acabe estando más irascible con las personas de su entorno, lo que acabará retroalimentando el estado de nerviosismo.
De hecho, vemos que muchos pacientes son traidos por familiares que son los que perciben cómo el estado de ansiedad está afectando a su relación.
- Inquietud
La inquietud o impaciencia forman parte de este cuadro, mostrando una frecuente sensación de urgencia o de “querer las cosas ya”.
La imposibilidad de vivir de forma más pausada lo que va ocurriendo hace que tomen decisiones o actúen de forma impulsiva.
Es posible que si te sientes identificado con la mayoría de estos síntomas haya personas en tu entorno familiar que hayan pasado por circunstancias similares. No olvides que el cómo actuamos tiene mucho que ver con las reacciones que hemos visto en nuestro medio más cercano.
Por supuesto, si después de leer este artículo piensas que puedes estar teniendo un trastorno de ansiedad lo más indicado es que consultes con un especialista para realmente comprobar si es así y que acuerdes con esta persona un tratamiento que se adapte a lo que necesitas.
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